martes, 10 de enero de 2012

SALMO DEL HOMBRE Y LA MUJER DEL REINO

 
 
Quiero ser mensajero de esperanza
llevando la luz en mis ojos;
el esfuerzo permanente en mis manos débiles
y la fuerza de Dios en mis palabras.
 
Quiero ser sembrador de libertad
entre los hombres y mujeres,
mis hermanos y hermanas,
para edificar el Reino en esta tierra buena y nuestra.
Quiero anunciar la paz a todos
con un corazón no profanado por el oro.


No caminaré por caminos de injusticia,
no aceparé la opresión de los más pobres;
no buscaré mi propio beneficio
en contra del beneficio de los demás.

Para hacer este camino
tomaré fuerzas de dónde las toma el pueblo,
de la Fe en Dios, de la Palabra de Jesús;
tomaré fuerzas de la comunidad misma,
de la organización solidaria de los más humildes.

No venderé mi corazón a la mentira,
no callaré la razón y la verdad por miedo.
Quiero ser sal y luz del Reino,
en medio de mi amado pueblo.

 
Felices de nosotros, hermanos y hermanas,
si así edificamos nuestras vidas.
Seremos como una ciudad sobre una montaña,
firmes estaremos en el Señor, pues
¡Él es nuestra alegría y fortaleza!