miércoles, 26 de abril de 2017

Aquí pensando... me duele el alma.

Aquí pensando… me duele el alma.

La tragedia económica que arropa nuestra patria ha sido causada por la codicia y el robo descarado de miles de millones de dólares perpetrado por la mafia "política - empresarial - financiera" que ostenta el poder. Una mafia que ha sido lastimosamente apoyada cada cuatrenio por el voto de la mayoría de ese mismo pueblo que sufre la crisis.

Esa mafia, escandalosamente rica, ni siquiera notará el efecto de las medidas tomadas por el gobierno, en contubernio con la Junta Fiscal de Fusilamiento; esas medidas son un mero pellizco en sus finanzas personales. Los Roselló, los Fortuño, los Calderón, los Pesquera, los Fonalleda, los Hernández Colón y muchos más seguirán viviendo sus exquisita vida de privilegiados. Seguirán comiendo “gourmet”en restaurantes de lujo, jugando al golf en los clubes y hoteles, celebrando cocteles, dando míseras limosnas, paseando en sus lanchas…

Mientras tanto los trabajadores de clase media y pobre, los desempleados, los envejecientes que dependen de una mísera pensión, las madres solteras y/o maltratadas seguirán sufriendo abandono, perdiendo sus casas; sentirán el dolor de no poder llevar la comida  a sus hijos y verlos pasar hambre, padecerán de una crítica y reducida atención médica, sentirán la angustia de no poder recibir una educación pública adecuada y gratuita. Sufrirá la crisis esa clase media y pobre a los que el dinero no le sobra, ni siquiera les basta. Algunos, los que puedan, emigrarán tierras inhóspitas y extrañas, a sufrir incertidumbre, discrimen, angustia y desesperanza.

Me duele el alma por mi golpeado pueblo, me duele el alma por mi atropellada y esclavizada patria, uff… como me duele el alma. Pero lo que más me duele es que mi pueblo calla, me duele el desinterés, la desidia, la fanática ignorancia. Me duele que el esclavo protege y alaba al que maneja el látigo que azota su lastimada espalda. Me duele que el esclavo no comprende, que insulta, escupe y, con su desdén e inmerececida crítica, castiga  al que protesta, al que lucha, al que se rebela, al que quiere proteger su misma causa.


Pero la lucha es amor y entrega del alma, aún por ese hermano que nos desprecia y nos insulta. Y compartiremos con el los frutos de un futuro de igualdad, de hermandad y de justicia. Sí, el amor duele y desgarra, pero labra el camino de la patria, de una patria para todos, de una patria de alegría y de esperanza. Sí… aunque nos duela el alma.