Aquí pensando… me duele el alma.
La tragedia económica que arropa nuestra patria ha sido
causada por la codicia y el robo descarado de miles de millones de dólares
perpetrado por la mafia "política - empresarial - financiera" que
ostenta el poder. Una mafia que ha sido lastimosamente apoyada cada cuatrenio
por el voto de la mayoría de ese mismo pueblo que sufre la crisis.
Esa mafia, escandalosamente rica, ni siquiera notará el
efecto de las medidas tomadas por el gobierno, en contubernio con la Junta
Fiscal de Fusilamiento; esas medidas son un mero pellizco en sus finanzas
personales. Los Roselló, los Fortuño, los Calderón, los Pesquera, los
Fonalleda, los Hernández Colón y muchos más seguirán viviendo sus exquisita
vida de privilegiados. Seguirán comiendo “gourmet”en restaurantes de lujo, jugando
al golf en los clubes y hoteles, celebrando cocteles, dando míseras limosnas, paseando en sus lanchas…
Mientras tanto los trabajadores de clase media y pobre,
los desempleados, los envejecientes que dependen de una mísera pensión, las
madres solteras y/o maltratadas seguirán sufriendo abandono, perdiendo sus
casas; sentirán el dolor de no poder llevar la comida a sus hijos y verlos pasar hambre, padecerán
de una crítica y reducida atención médica, sentirán la angustia de no poder
recibir una educación pública adecuada y gratuita. Sufrirá la crisis esa clase
media y pobre a los que el dinero no le sobra, ni siquiera les basta. Algunos,
los que puedan, emigrarán tierras inhóspitas y extrañas, a sufrir
incertidumbre, discrimen, angustia y desesperanza.
Me duele el alma por mi golpeado pueblo, me duele el alma
por mi atropellada y esclavizada patria, uff… como me duele el alma. Pero lo
que más me duele es que mi pueblo calla, me duele el desinterés, la desidia, la
fanática ignorancia. Me duele que el esclavo protege y alaba al que maneja el
látigo que azota su lastimada espalda. Me duele que el esclavo no comprende,
que insulta, escupe y, con su desdén e inmerececida crítica, castiga al que protesta, al que lucha, al que se
rebela, al que quiere proteger su misma causa.
Pero la lucha es amor y entrega del alma, aún por ese hermano que nos desprecia y nos insulta. Y compartiremos con el los frutos de un futuro de igualdad, de hermandad y de justicia. Sí, el amor duele y desgarra, pero labra el camino de la patria, de una patria para todos, de una patria de alegría y de esperanza. Sí… aunque nos duela el alma.