Una anciana indígena de la región de Dakota en Norteamérica,
llamada Ojos de Fuego, de la tribu Cree, lanzó una profecía
que hasta nuestros días hace eco; La profecía dice así:
Llegará el día en que la codicia del hombre blanco, del Yo-ne-gi,
hará que los peces mueran en las corrientes de los ríos,
que las aves caigan de los cielos, que las aguas ennegrezcan
y los árboles ya no puedan tenerse en pie.
Y la humanidad como la conozco dejará de existir.
Llegará el tiempo en que habremos de necesitar
a los que preservan las tradiciones, las leyendas,
los rituales, los mitos y todas las viejas costumbres de los pueblos
para que ellos nos muestren cómo recuperar la salud,
la armonía y el respeto a nuestros semejantes.
Ellos serán la clave para la supervivencia de la humanidad,
y serán conocidos como “Los Guerreros del Arco Iris.
Llegará el día en que algunas personas despierten de su letargo
para forjar un Mundo Nuevo de justicia, de paz,
de libertad y de respeto por el Gran Espíritu.
Los Guerreros del Arco Iris transmitirán el mensaje,
a los habitantes de la Tierra, a los habitantes de Elohi.
Ellos enseñarán a vivir como vive el Gran Espíritu,
y mostrarán cómo ese mundo futuro se ha alejado del Gran Espíritu ,
la verdadera razón por la que se encontrará tan enfermo.
Los Guerreros del Arco Iris le enseñarán a la gente
que el Gran Espíritu, es un ser de amor y comprensión,
mostrarán cómo devolverle a la Tierra, a Elohi, toda su belleza.
Estos Guerreros del Arco Iris proporcionarán a la gente
los principios y reglas para hacer una vida acorde con el mundo.
Estos serán los mismos principios que seguían los pueblos del pasado.
Los Guerreros del Arco Iris le enseñarán a la gente
los viejos hábitos de la unidad, del amor y de la comprensión.
Y enseñarán por los cinco rincones de la Tierra
cómo alcanzar la armonía entre las personas.
Le enseñarán a la gente cómo orar al Gran Espíritu
de la misma manera como lo hacían los pueblos del pasado,
dejando que el amor fluya como las hermosas corrientes
que descienden suaves y armoniosas desde las montañas,
por cauces que las llevan a unirse con el océano mismo de la vida.
Y una vez más renacerá la alegría de estar en compañía como también en la soledad.
Estarán libres de envidias mezquinas y amarán a sus semejantes como a sus hermanos,
sin importar el color de su piel, su raza o su religión.
Sentirán cómo la felicidad inunda sus corazones
mientras se vuelven cada uno con el resto de la creación.
Sus corazones serán puros e irradiarán calidez,
comprensión y respeto por la humanidad,
por la naturaleza y por el Gran Espíritu.
Y una vez más colmarán sus mentes, sus corazones,
sus almas y sus actos de los pensamientos más puros,
para así aspirar a la magnificencia del Maestro de la Vida,
¡el Gran Espíritu!
Hallarán la fortaleza que se oculta
en la belleza de una oración y en los momentos de soledad de la vida.
Y sus hijos nuevamente podrán correr libres y felices
y disfrutar los tesoros de la Naturaleza y de la Madre Tierra,
libres de venenos y de la destrucción generada
por el Yo-ne-gi y sus prácticas codiciosas.
Los ríos fluirán limpios otra vez,
los bosques serán abundantes y llenos de hermosura,
y otra vez habrá aves y animales sin número.
Nuevamente se respetarán los poderes del planeta y de los animales,
y la conservación de todas las cosas bellas se convertirá en una forma de vivir.
El pobre, el enfermo y el necesitado recibirán cuidados
de sus hermanos y hermanas de toda la Tierra.
Y estas prácticas serán de nuevo parte de sus vidas cotidianas.
Los líderes de los pueblos volverán a ser elegidos a la vieja usanza...
no por el grupo político al que pertenezcan,
ni porque griten más fuerte o presuman más,
tampoco por un proceso de intercambio de insultos o acusaciones mutuas;
serán elegidos aquellos cuyas acciones digan más que sus palabras.
Serán elegidos como líderes o Jefes aquellos que den muestras de su amor,
su sabiduría y su valor, que hayan sido capaces de actuar por el bien de todos.
Serán elegidos por sus cualidades, no por la cantidad de dinero que posean.
Y al igual que los Jefes devotos y considerados de la antigüedad,
usarán su amor para entender a la gente y para asegurarse
de que sus niños y jóvenes sean educados en el amor,
en el trabajo y en el conocimiento de su entorno.
Les mostrarán que los milagros pueden hacerse realidad
para curar a este mundo de todos sus males,
devolverle la salud y la belleza que antes tuvo.
Las tareas que esperan a los Guerreros del Arco Iris serán muchas y mayúsculas.
Habrá enormes montañas de ignorancia que será necesario vencer;
se enfrentarán contra murallas de prejuicios y odio.
Tendrán que ser dedicados, firmes en su fortaleza y tenaces de corazón.
Porque en su camino hallarán mentes y corazones
dispuestos a seguirlos en esta hermosa senda
que le devolverá a la Madre Tierra su belleza y su plenitud.
Ese día llegará pronto, ya no está lejos.
Llegará el día en que nos demos cuenta de que todo lo que somos,
nuestra existencia misma, se la debemos a las gentes
que han preservado su cultura y su herencia,
a esas personas que han mantenido con vida los rituales,
las historias, las leyendas y los mitos.
Y será gracias a este conocimiento que ellos han preservado,
como volveremos a estar otra vez en armonía con la Naturaleza,
con la Madre Tierra y con la humanidad misma.
Y descubriremos que este conocimiento es la clave para la supervivencia.
Estos serán los Guerreros del Arco Iris,
y ésta es la razón que me impulsa a proteger la cultura,
la herencia y los conocimientos de mis antepasados.